El 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México se detuvo. Un temblor de 8.1 grados sacudió el corazón del país, dejando tras de sí destrucción, pérdidas irreparables y una angustia que muchos aún sienten en lo más profundo.
Las imágenes de edificios colapsados, el sonido de las sirenas y los gritos de auxilio permanecen grabados en la memoria de quienes vivieron aquel fatídico día.
El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se conoció con precisión. En cuanto a las personas fallecidas, sólo existen estimaciones: 3 mil 192 fue la cifra oficial, mientras que 20 mil fue el dato resultante de los cálculos de algunas organizaciones.
Hoy, a las 11:00 a.m., México recordará con un simulacro nacional no solo una tragedia, sino la fortaleza que nació de ella. Para miles de familias, ese día fue el inicio de una lucha por encontrar a sus seres queridos, de una desesperación que se mezclaba con la esperanza de rescatar vidas entre los escombros.
La angustia de no saber, el miedo a lo desconocido, y el dolor de la pérdida marcaron a toda una generación. Sin embargo, también surgieron héroes anónimos: vecinos, rescatistas y ciudadanos que, sin pensarlo dos veces, se unieron para salvar a otros. La solidaridad fue el motor que impulsó a un México herido, pero resiliente.
El simulacro que se llevará a cabo este día es mucho más que un ejercicio de prevención; es un homenaje a las víctimas y a los sobrevivientes. Es un recordatorio de que, aunque la tierra tiemble, la unión y la preparación pueden salvar vidas.
El 19 de septiembre sigue siendo un día de luto, pero también de esperanza. Porque, aunque la angustia de aquel día nunca se olvidará, México ha aprendido a levantarse y estar mejor preparado para enfrentar el futuro.