GUANAJUATO, Gto. Una publicación del diario El País de España, devela que se necesitan tres ingredientes básicos para que estalle el terror: una mafia local con poder; una policía rebasada o corrupta y disputas locales por el control, y las tres las tiene Guanajuato.
El sistema colapsa. La violencia que está sufriendo México no es, según los expertos, la misma que hace 20 años, cuando los grandes capos de la droga se repartían zonas.
Entonces bien, el Estado de Guanajuato es el ejemplo del nuevo descontrol. El cartel Santa Rosa de Lima se ha hecho fuerte en una de las entidades más prósperas a base de robar combustible de Pemex, según las declaraciones del Gobierno, pero también de la extorsión. La región ha pasado de ser conocida como tierra de riquezas a la zona más sangrienta del país. Y José Antonio Yépez, El Marro, el líder de este grupo criminal, se ha convertido en otro enemigo público de México.
El fin de semana, un operativo del Gobierno contra El Marro, provocó graves destrozos al sur de la entidad. El Bajío, la región más industrializada y de las más ricas del centro del país, es donde el cartel tiene influencia. Colaboradores de la banda de Santa Rosa cortaron carreteras e incendiaron vehículos, desde coches hasta tráileres, ante la presencia del Ejército y las autoridades estatales. Los criminales quemaron supermercados y negocios en la ciudad de Celaya, la más importante del sur del Estado.
El saldo: 31 detenidos, entre ellos la madre de El Marro, una hermana, una prima y dos colaboradores —tenían previsto detener solo a cinco personas— a los que agarraron con dos millones de pesos en efectivo y metanfetaminas. De todos los arrestos, la Fiscalía alegaba que 26 estaban relacionados con los disturbios e iban a ser acusados de terrorismo. Los 26 han sido liberados este martes, había siete menores de edad. La explicación del Gobierno: un golpe a la estructura financiera del cartel. El capo: en paradero desconocido.
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