El Vaticano ha hecho pública, este martes, las primeras imágenes del papa Francisco en su féretro, que se encuentra en la capilla de la Casa Santa Marta, su hogar durante los 12 años de su pontificado. En las fotografías, el líder religioso aparece vistiendo un atuendo rojo, mientras el cardenal Kevin Joseph Farrell bendice su cuerpo durante el rito de declaración de muerte.
El papa Francisco falleció el lunes tras sufrir complicaciones respiratorias durante varias semanas. Según el Vaticano, su muerte fue rápida y sin sufrimiento, y ocurrió horas después de que se presentara en la Plaza San Pedro durante la Pascua de Resurrección, donde saludó a los fieles y ofreció la bendición “urbi et orbi”.
El féretro del Papa será trasladado este miércoles a la Basílica de San Pedro, donde el público podrá rendir homenaje. El funeral se llevará a cabo el sábado 26 de abril y será oficiado por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re.
Al final de la ceremonia, Re pronunciará la última oración y el cuerpo del Papa será trasladado a Santa María la Mayor para su entierro programado a las 10:00 a.m. (hora local). Francisco expresó en su testamento su deseo de ser enterrado en esta basilica, donde siempre se detenía a orar al inicio y al final de cada viaje apostólico.
“Hay mucha gente aquí esta mañana, más de lo habitual, y algunos han estado muy emocionados”, comentó un policía a la BBC. Se anticipa un aumento en la afluencia de fieles a partir del sábado, con posibles cierres en la plaza debido a la gran multitud esperada.
Francisco se convertirá en el primer Papa en más de un siglo en no ser enterrado en el Vaticano. Optó por un sencillo ataúd de madera en lugar de los tradicionales de tres nidos utilizados por sus predecesores.
Después de su entierro, el decano del Colegio Cardenalicio tiene entre 15 y 20 días para convocar a los cardenales a Roma para iniciar el ritual secreto conocido como cónclave, que elegirá al próximo Papa.
En su última aparición pública el Domingo de Resurrección, Francisco dejó un mensaje de esperanza, alentando a la reconexión y aceptación entre todos, independientemente de sus diferencias. Estas palabras fueron leídas por un clérigo asistente desde el balcón de la Basílica de San Pedro mientras él observaba.